Recitando y reciclando mitos, vuelta y contrapasos de danza embotada.
Una antigua pasión homosiempre evacompensante y pachamama de menos mama y pacha mucho.
Cotidiano y perdurable sostén anilloso Frodoriano, como orígen protoprimario de la moderna impostura “Hayniposter contra el Doctor Faltamor”, versión britovillera del mucho más germano “Doctor Fausto y La Puta que lo Parió”.
La fastuosidad de la inconmensurable Puna que Te Parece Grande exige e impone la pequeñez de algún mínimo vacío capaz de frotar lo que de lámpara no tiene otra propiedad que la de acartonar una sábana inexistente fuera de una cama que tampoco hace falta.
Drama de puna y sorprendente tragedia para el que no sabe que la está sufriendo hoy, aquí y sin querer.
Apunamiento que se patagoniza en ovejas donde haga falta y sea propicio, o en putañerías donde la mujer se rebañice emputecidamente al calor de los cueritos rebosantes de papelitos encantadores.
Hasta aquí obra Homa Barbacana.
Luego la inspiración de “El Interior” de Martín Caparrós.
“Avelino me dice que las cabras son mejores que las hembras.
-¿Qué hembras?
-Las hembras de nosotros, pues.
Avelino vive muy solo, un rancho en medio de la nada, y parece que tiene ganas de charlar – o por lo menos de contarme:
- Usted se pone cada pata de la cabra adentro de la bota, para que no lo patie ni se cierre, y ahí nomás va pa delante. Son mejores le digo, no le hablan, no le piden, nunca le hacen reproches.”
-¿Qué hembras?
-Las hembras de nosotros, pues.
Avelino vive muy solo, un rancho en medio de la nada, y parece que tiene ganas de charlar – o por lo menos de contarme:
- Usted se pone cada pata de la cabra adentro de la bota, para que no lo patie ni se cierre, y ahí nomás va pa delante. Son mejores le digo, no le hablan, no le piden, nunca le hacen reproches.”
Vuelve Homa y dice:
Parafraseando al poeta: El reproche se hace cuando para andar te cobran peaje.
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