El tamaño de la población está limitado por el volumen de la producción económica, que a su turno lo está por los recursos naturales y la tecnología.
Los déficits poblacionales dan origen a ritos de fertilidad, en tanto los excedentes motivan prácticas de control de la natalidad, desde la contracepción hasta el aborto y el infanticidio.
Un rápido aumento de la población genera sobrecultivos y deforestación, lo que causa erosión y pérdida de fertilidad del suelo, resultantes finalmente en una disminución de la producción alimentaria; ésta, a su turno, provoca en último término la escasez de comida.
Las sociedades con economías de subsistencia son más igualitarias que las que tienen excedentes de producción.
El cambio social es más frecuente en las sociedades heterogéneas que en las homogéneas; y cuanto más pronunciada es la estratificación, más profundo es el cambio.
Problemas similares inducen soluciones paralelas en situaciones diferentes.
Un rápido aumento de la población genera sobrecultivos y deforestación, lo que causa erosión y pérdida de fertilidad del suelo, resultantes finalmente en una disminución de la producción alimentaria; ésta, a su turno, provoca en último término la escasez de comida.
Las sociedades con economías de subsistencia son más igualitarias que las que tienen excedentes de producción.
El cambio social es más frecuente en las sociedades heterogéneas que en las homogéneas; y cuanto más pronunciada es la estratificación, más profundo es el cambio.
Problemas similares inducen soluciones paralelas en situaciones diferentes.
La cohesión de una comunidad es resultante de la intervención de sus miembros en varios grupos o actividades, y disminuye con la segregación.
En las economías de mercado, la productividad decrece con la desigualdad de ingresos.
En las economías de mercado, la productividad decrece con la desigualdad de ingresos.
Las líneas de producción o intercambio no rentables terminan por desaparecer.
La escasez (el exceso) de mano de obra favorece (desalienta) la innovación técnica.
La guerra estimula la invención técnica pero inhibe la creación científica y humanística.
La superstición medra con la calamidad, la incertidumbre y la opresión, y se marchita con la paz, la prosperidad y la libertad.
La miseria, la opresión y la codicia dan pábulo a la corrupción.
La corrupción erosiona las instituciones.
La obediencia política subsiste mientras se la considera beneficiosa.
La opresión y la explotación pueden aumentar sólo hasta cierto punto sin generar resistencia pasiva, descontento o rebelión.
La concentración del poder económico facilita la concentración del poder político y cultural.
El exclusivo crecimiento económico, sin progresos políticos y culturales concomitantes, resulta en un orden social desequilibrado e inestable.
Sólo las reformas sociales integrales (económicas, políticas y culturales) son eficaces y duraderas.
Todos los sistemas sociales padecen disfuncionalidades y corren el riesgo de la decadencia; empero, si hay cierta libertad cultural y política, siempre podemos corregir las primeras y detener la segunda.
Mario Bunge
(Buenos Aires, 1919) Físico y filósofo de la ciencia argentino. Tras realizar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, se doctoró en Física y Matemáticas por la Universidad de La Plata, y estudió Física Nuclear en el Observatorio astronómico de Córdoba. Compaginó ya por entonces su dedicación a la ciencia con el interés por la filosofía, fundando la revista Minerva en 1944. Fue profesor de Física (1956-1958) y de Filosofía (1957-1962) en la Universidad de Buenos Aires, y desde 1962 fue profesor de Filosofía en la McGill University de Montreal. En 1982 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades.
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